Más allá del maquillaje con el que se presentó -la necesidad de evitar la prolongación de ese kirchnerismo reformulado que encarna la figura de Sergio Massa- el acuerdo entre Javier Milei y el tándem Mauricio Macri y Patricia Bullrich denota dos necesidades cruciales del libertario que, en rigor, son carencias políticas.
El primero: según fuentes ligadas al PRO, el expresidente Macri habría tomado el compromiso de conseguirle financiamiento a Milei para afrontar la campaña de cara al balotaje. Que se supone será varias veces millonaria porque enfrente, aunque por supuesto esto no se vuelque en los libros contables de Unión por la Patria, hay una billetera inagotable: la del Estado nacional. Sólo basta recordar que el combo de beneficios, subsidios y bonos que anunció Massa para afrontar la primera vuelta, el plan “platita”, implicaron un gasto de entre 1,5% y 2% del PBI del país.
Así, Macri actuaría como una suerte de recaudador del libertario en estas tres semanas que restan hasta la segunda vuelta con el detalle de tratar de abrir varias puertas en el mundo empresarial, incluso fuera de Argentina.
Algunas de esas puertas se habrían cerrado en las últimas horas, explican fuentes al tanto de los chusmeríos de los hombres de negocios. Las malas lenguas dicen que desde el domingo último, y aún antes, el ministro de Economía y rival de La libertad Avanza viene cerrándole grifos de financiamiento a Milei, en charlas telefónicas con ciertos empresarios a los que siempre se les encuentra algún papel flojo.
UN EJÉRCITO DE FISCALES
El segundo: en lo que tal vez sea la movida más estratégica, el acercamiento Milei-Macri (o, digamos, de Milei y un sector de PRO) también se explica en la necesidad del libertario de contar con un aparato eficaz de fiscalización en todo el país, sembrado de 104.520 mesas de votación. Eso son muchos fiscales. Un ejército que, además, debe estar bien capacitado para evitar avivadas del otro lado a la hora de contar los votos en las escuelas. Porque lo de la segunda vuelta de noviembre será la pelea entre la fuerza nueva, inmadura, improvisada en muchos aspectos, contra un partido histórico, con presencia en cada pueblo del país y un historial de picardías y trucos que seguirán siendo posibles mientras rija el tradicional sistema de boleta papel.
Con teatralidad, el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo anunció ayer que le retira el apoyo electoral a Milei, enojado por el acuerdo con Bullrich y Macri. Se ofendió Barrionuevo, digamos.
La pieza comunicacional con la que expresó su enojo parece escrita por un impoluto monje shaolin: “No sólo respaldé sino que defendí con convicción y pasión a Javier Milei, creyendo en valores, principios y una nueva visión para nuestro querido país. Pero hoy, con un sentimiento de profunda indignación y desencanto, me veo en la necesidad de alzar mi voz para comunicar que no puedo, ni voy a acompañar esta sorpresiva alianza entre el partido de Milei, Mauricio Macri y Patricia Bullrich. ¿Quién resultó ser la verdadera casta? Es evidente que la ilusión de nuestra juventud, sedienta de autenticidad y cambio, ha sido traicionada al observar que se pacta con personajes que encarnan lo que se prometió combatir”.
Se recuerda: antes de decir que jugaría con Milei, el eterno Barrionuevo apostó por Wado de Pedro, finalmente deglutido por Massa.
Barrionuevo, pues, abandonó a Milei. Su presencia en La Libertad Avanza, que le costó al candidato presidencial el ejercicio de auto-refutación de su supuesta cruzada contra “La Casta”, se había explicado en que el gastronómico aportaría soporte financiero y de fiscalización. “Voy a poner 200 mil fiscales”, llegó a decir quien hace más de tres décadas maneja el gremio UTHGRA.
LAS SOSPECHAS
Pero, en rigor, el pasado domingo 22 dejó un sinsabor en los mileistas. El primer puesto de Massa y el segundo de Milei marcaron la caída del libertario respecto a las Primarias de agosto y un lógica depreciación de sus expectativas en el imaginario social. Hoy en La Libertad Avanza están seguros que Barrionuevo no jugó con la profundidad que prometió e incluso de que muchos de sus fiscales, peronistas al fin, jugaron para Massa a la hora de la confección de las actas en las mesas.
Es más, se habla de que en muchas escuelas no hubo fiscales de mesa fijos de LLA durante toda la jornada electoral (de 8 a 18 hs.), sino un fiscal general que pasaba cada tanto a reponer boletas y llevar viandas. El pacto de Milei con el macrismo duro le habría dado la excusa a Barrionuevo para saltar de un lugar donde nunca estuvo seriamente. Y tal vez, está por verse, volcarse hacia su viejo conocido Massa, quien se inició en la militancia justicialista de San Martín en las huestes del “barrionuevismo” local, después de un paso por la liberal Ucedé.
Intramuros, Barrionuevo explica que, más allá del viraje al macrismo de Milei, nunca hubo buena comunicación y que en el partido libertario hay cierta anarquía a la hora de tomar decisiones.
Se reitera: la cuestión de la fiscalización es clave para Milei. De hecho, ya hubo reuniones entre gente del libertario y de Macri -estos últimos armaron una aceitada y metódica red nacional propia de fiscales hace años, que usaron en 2019, 2021 y este 2023- pero aún no trascendió que haya habido un compromiso concreto. La cuenta regresiva está en marcha.
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