Magdalena Ruiz Guiñazú falleció a los 87 años, pero siempre será para sus pares, los oyentes, los lectores y los telespectadores que siguieron su extensa y nutrida carrera periodística, “la” periodista argentina.
Aunque ya fuera una profesional consagrada, Magdalena nunca se retiró a disfrutar de los incontables logros de su carrera, y le encantaba seguir siendo un emblema del periodismo “de trinchera” que se animaba a todos los gobiernos y formatos informativos.
Hija de María Celina Ortiz Basualdo y de un diplomático, Enrique Guiñazú, una infancia políglota sobre algodones, con viajes, buenos colegios y visión de mundo, no le impidió a Magdalena Ruiz Guiñazú elegir una vocación dura y exigente que la obligaba a empezar desde abajo, como cualquiera que busca hacerse su lugar por méritos propios.
Aunque quisiera ser humilde, siempre se destacó: Magdalena Ruiz Guiñazú fue de las pocas periodistas que, en vivo, podía saltar de una entrevista en italiano a otra en francés o inglés. Magdalena analizaba una obra de teatro, soltaba su lectura política, opinaba sobre el FMI, hablaba de ciencia y, a la vez, compartía en voz alta su amplia experiencia cultural recorriendo el mundo.
Magdalena Ruiz Guiñazú fue tanto movilera de Cacho Fontana en Radio Rivadavia como miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), el organismo que presidió el escritor Ernesto Sábato, en 1984 para recibir denuncias sobre violaciones de derechos humanos y desaparición de personas durante la dictadura militar de los años 1976 a 1983.
Con 33 nominaciones a los Premios Martín Fierro (14 de ellos ganados) y elegida por voto popular la “Mujer del Año 1983”, nadie le podría negar que siempre fue una periodista de carácter –y más de una vez sus entrevistas en vivo lo dejaron en claro-.
Magdalena, a secas, como todos la conocían, no sólo era miembro de la Academia Nacional de Periodismo sino que había sido galardonada respectivamente por el Senado de la Nación (2013) y la Cámara de Diputados (2014).
Por su defensa de los derechos humanos y la libertad de prensa, Magdalena fue premiada en Francia con la Legión de Honor 1994; también condecorada con la Orden de Mérito en Francia, Italia y Polonia. Como si no bastara, mereció el Gran Premio a la Trayectoria de Vida otorgado por International Women’s Media Foundation.
Distinción de Honor de la Universidad de Harvard y el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos (1987), Gran Premio a la Trayectoria de Vida (IWMF’s Lifetime Achievement Award, 2003), Gran Premio SIP a la Libertad de Prensa» por su «Excelencia periodística 2013, Tres Premios Konex (1991, 1997 y 2007), dos Santa Clara de Asís, un San Gabriel y varios Premios Prensario y Broadcasting… mencionar a todos sería casi imposible. Ella misma hubiera dicho: “¡no quiero olvidarme de nadie!” .… Pero cuesta no perder el hilo, si apenas se cuenta con el 10% de su memoria prodigiosa.
Aunque mencionar todos sus lauros dejaría al cronista sin aliento, los premios están y seguirán siendo el testimonio vivo de su éxito y repercusión. El problema serán sus seguidores radiales de siempre... porque a ellos sí los espera una sensación de orfandad. Hablo de esos -entre los que me incluyo- a los que hizo madrugar durante tantos años en Radio Continental, Belgrano y Mitre, para escuchar su clásico veredicto meteorológico antes de hacerlos correr al placard para elegir “traje de oso o de libélula”, para enfrentar bien pertrechados la sensación térmica nacional de las 6 am.
O mejor aún, seguiremos esperando los compases de “Singing in the rain” para ponerle al mal tiempo buena cara o, en realidad -ya lo sabíamos- su dosis de nostalgia en su estudiada pausa antes de volver al micrófono y poner cada cosa en su lugar.
Magdalena tempranísimo, Dos en la noticia, La vuelta con Magdalena, Magdalena entrevistas fueron algunos de sus ciclos memorables. Desde hace unos años era la estrella radial de los sábados en Radio Mitre, con Magdalena y la noticia deseada, ciclo que lideraba -que aún continúa en el aire- acompañada por Miguel y Nicolás Wiñazki.
Magdalena cronista
Tenía 19 años cuando atravesó la puerta más estrecha del periodismo de base, la de cronista; es decir, la del periodista combatiente. Y fue en serio, porque un matrimonio ni cinco hijos le impidieron volver definitivamente al frente, en 1972, tras algunas lógicas intermitencias mientras reacomodaba su vocación y una familia numerosa.
Cuando se mira para atrás, es difícil dejar de pensar cuánto disfrutó de lo que hacía: “trabajar con Cacho Fontana fue una experiencia fascinante. No solamente porque en su programa de Radio Rivadavia había inaugurado la era de los móviles con los que cubríamos la información muy rápidamente, sino que nuestra llegada era precedida por el aviso de una sirena que atronaba el vecindario y suscitaba el interés de miles de oyentes”, recordó al aire, cuando el eterno Cacho Fontana la tuvo como invitada de lujo en su regreso a Radio Nacional, en julio de 2019, para celebrar el 82º aniversario de la emisora.
“Primero en llegar y último en irse, Cacho tenía el don de adelantarse a los acontecimientos. Por ejemplo, cuando trajo al país “la máquina de mirar” que era una video-cassetera que reemplazó las antiguas y enormes cámaras que los operadores transportaban a hombro, y cuyas imágenes debían pasar por el laboratorio a través de una película. La “máquina de mirar”, en cambio, trabajaba con casetes que podían ir directamente al aire”, prosiguió Magdalena Ruiz Guiñazú mientras Fontana, asentía con la cabeza.
Ambos compartieron otro hito de la televisión argentina, Video Show, el ciclo que inauguró la 1º transmisión de la tevé en color en el país, en 1978.
“Cuando el papa Juan Pablo II cruzó la Cortina de Hierro para visitar su Polonia natal, Cacho me llamó varios meses antes y con mucha tranquilidad me dio las siguientes instrucciones: “Mirá, el Papa va a Polonia que está bajo las autoridades soviéticas y va a ser un viaje histórico. Tenés que estar allí”, recordó Magdalena con memoria inquebrantable.
“¡Pero, Cacho! -argumenté preocupada-, ¡hay 2.500 periodistas en lista de espera para participar en ese viaje!”. Cacho no se inmutó: “Mirá -explicó-, como faltan varios meses, vos ahora te vas a Roma, trabás relación con la Oficina de Prensa de El Vaticano y les insistís hasta que nos consigan dos lugares, para vos y el camarógrafo, en el avión papal. Van varios aviones con gente de prensa, pero vos tenés que estar en el que viaja Juan Pablo II“, hilvanó puntillosamente Magdalena, que no sólo logró la nota sino también acompañó al Papa en el regreso a su país natal, una cobertura que le valió una distinción al Mérito en Polonia.
De todos modos, no siempre fue fácil. Cuando trabajaba con Juan Antonio Carrizo, en canal 7, el secretario de Prensa de la presidenta Isabel Perón la despidió por considerarla “prescindible”, amparándose en una flamante y curiosa Ley de Prescindibilidad.
A pesar de los traspiés, siempre regresó y, con los años, Magdalena fue la primera periodista que abrió el micrófono para las Madres de Plaza de Mayo, según el propio reconocimiento de Hebe de Bonafini, a quien no dudó en llevar a Tribunales cuando dijo que había hecho una entrevista condescendiente al dictador Jorge Rafael Videla en 1977.
Para defender el nombre de Ernesto Sábato, Magdalena se enfrentó a Eduardo Duhalde, cuando era secretario de Derechos Humanos de la Nación, en el gobierno de Néstor Kirchner. El dirigente había dicho que el informe de CONADEP “sostenía la teoría de los dos demonios”.
“Que no se entienda como un rasgo de soberbia, pero casi he incorporado las amenazas como parte de la vida. Desde hace muchos años que las recibo y la sigo recibiendo. La última, por ejemplo, fue el 28 de diciembre último. Ese día llegué al aeropuerto de Punta del Este y de allí a mi casa. A los pocos minutos sonó el teléfono, y una voz anónima me dijo: “Sabemos que estás allí. Te vamos a reventar a vos y a tus hijos”, contó en una entrevista a La Nación, en marzo de 1997.
Magdalena actriz
Referente contra la pena de muerte y defensora histórica del derecho a la vida, hay otra Magdalena que también vale la pena conocer: ¡la actriz!
Se asomó por primera vez al cine en Esperando al Mesías (Daniel Burman, 2000) y probó con el documental apareciendo en Aventura National Geographic (2002), Nosotras que todavía estamos vivas (Daniele Cini, 2009), y Ernesto Sábato, mi padre (Mario Sábato, 2009).
En 2001 apareció en la película Antigua vida mía. Y en 2007 puso su voz para el personaje de la reina leona Oriana en El Arca (2007).
Magdalena escritora
Quienes quieran conocer el costado literario de Magdalena Ruiz Guiñazú pueden echar mano a sus novelas Huésped de verano y La casa de los secretos o sumergirse en los relatos de Desconciertos e Historias de hombres, mujeres y jazmines, entre otras de sus varias publicaciones.
Para recordar algunos de sus trabajos periodísticos recientes, basta con buscar sus columnas en Diario Perfil y La Nación, en las que el sello de Magdalena Ruiz Guiñazú nunca dejó de marcar una diferencia de calidad.
FUENTE: https://www.perfil.com/noticias/actualidad/con-energia-y-compromiso-Magdalena-Ruiz-Gui%C3%B1azu-dejo-brillo-periodismo-femenino-de-Argentina.phtml
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