Una visita espiritual, con mensaje de agradecimiento


Una visita espiritual, con mensaje de agradecimiento

Javier Milei (más atrás Karina) en su Visita al cementerio de Montefiore/ap

Luciendo una kipá, el presidente electo, Javier Milei, visitó ayer la tumba del rabino de Lubavitch, en un cementerio del distrito de Queens, en Nueva York, para agradecerle su victoria en las recientes elecciones.

Un video de la publicación judía COLlive muestra al ultraliberal Milei llegando en medio de aplausos al Ohel del Rebe, un panteón donde están enterrados los restos del influyente rabino de origen ucraniano Menachem Mendel Schneerson, acompañado por los rabinos Mendy Kotlarsky y Simon Jacobson.

Tras su reciente victoria en el balotaje presidencial, el libertario declaró a la prensa que haría esta visita al Ohel en el cementerio de Montefiore, para pagar tributo a este representante del movimiento Jabad-Lubavitch, influyente rabino ortodoxo de la dinastía jasídica Lubavitch, fallecido en Nueva York en 1994. Ya habría visitado la tumba del rabino ucraniano en julio pasado. Aunque de religión católica, el economista ha manifestado su interés en el estudio de la Torá, el libro sagrado del judaísmo.

Milei, que asumirá la presidencia el próximo 10 de diciembre, antes de ser candidato en 2022 y durante una entrevista con el periodista peruano Jaime Bayly en agosto, anunció que si llegaba al gobierno, además de estrechar lazos con Israel iba a trasladar la embajada argentina a Jerusalén, como antes hizo el expresidente republicano estadounidense Donald Trump.

Nuestro país cuenta con la mayor comunidad de origen judío en América Latina -250.000 personas- y una de las mayores del mundo fuera de Israel.

Visita privada

La visita, que su entorno había calificado de “estrictamente privada”, atrajo sin embargo a una veintena de seguidores suyos, aparentemente judíos argentinos, que esta fría mañana lo esperaron ante la puerta del Ohel.

Milei llegó en un automóvil negro, escoltado por otros vehículos del servicio secreto estadounidense, portando un libro lleno de anotaciones en la mano y con una kipá negra en la cabeza. Sus seguidores le preguntaron cómo se sentía pero él se limitó a saludarlos con la mano, sin responderles, como tampoco respondió a los pocos periodistas que fueron a cubrir el acto.

Flanqueado por los rabinos responsables del cementerio, Milei penetró en el Ohel y se paró frente a un espacio cuadrado donde los seguidores de Menachem Schneerson acuden a venerar su memoria y dejar mensajes con peticiones o agradecimientos.

Allí, se le pudo ver en un momento de recogimiento, mientras aparentemente leía algunas páginas de su cuaderno. Todo el acto duró menos de una hora.

El rabino Matti Selidson, portavoz del Ohel, explicó que Milei también depositó su mensaje, que traía escrito previamente, y que antes de hacerlo encendió una vela en memoria del rabino.

 



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