El obispo Gabriel Mestre se despidió ayer de la diócesis de Mar del Plata, donde estuvo a cargo durante los últimos seis años, para partir hacia su nueva función como arzobispo de La Plata, donde fue designado por el papa Francisco.
La despedida del obispo marplatense se realizó en la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia, con una ceremonia y una misa que encabezó, en la que participaron cientos de vecinos y referentes políticos de la ciudad, entre ellos el intendente, Guillermo Montenegro, y la directora de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), Fernanda Raverta.
“Cada eucaristía es única e importante. Algunas misas acompañan en momentos particulares de una persona, familia o comunidad. Hoy, esta eucaristía tiene el matiz de que el pastor se despide de la ciudad y parte para servir a Dios y a su pueblo en otro lugar”, expresó Mestre.
Emocionado, el obispo aseguró: “Disfruté cada lugar y cada pequeño o gran acontecimiento de la vida diocesana en Mar del Plata”.
El prelado, quien reemplazará a Víctor Manuel “Tucho” Fernández, designado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, agradeció a la comunidad local y a su equipo de trabajo en el obispado local, y aseguró que durante su servicio a lo largo de los últimos seis años fue “intensamente feliz”.
Señaló que estableció “un vínculo tan fuerte y afectivo que hace dolorosa y difícil la partida”, más allá de “la gran alegría” por el nuevo nombramiento. “La despedida que hoy compartimos me ha dejado al límite de mi afectivad. La intensidad de mis emociones y el latir de mi corazón han sido muy fuertes”, dijo.
Frente a quienes colmaban la Catedral y a cientos de fieles que seguían la ceremonia desde las escalinatas y la plazoleta ubicada frente al templo, agregó: “Con la gracia de Dios, hay que seguir andando nomás”.
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