Los dos líderes en torno a los cuales se ha ordenado la política argentina en los últimos años -algo así como una década y media- han conseguido una “sobrevida” con el balotaje del último domingo que consagró al libertario Javier Milei como nuevo presidente.
Mauricio Macri asoma como uno de los artífices del triunfo de Milei por su acertada movida de impulsar que la hasta ahora principal alianza opositora se jugara a favor del libertario. En realidad, fue sólo una parte de la coalición, lo que marcó una ruptura de hecho. Se dio apenas el expresidente comprobó que Juntos por el Cambio quedó tercero en la elección general de octubre con la candidata que él apadrinó como principal derrotada.
La obsesión de Macri era desalojar al peronismo del poder. Lo logró. Hizo aritmética: en octubre pasado la mayoría del electorado optó por propuestas opositoras al Gobierno de Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner. Fueron los votos que cosecharon, sobre todo, el propio Milei, Bullrich y el peronista no kirchnerista Juan Schiaretti.
Así, Macri le aportó a Milei dos cosas importantes de cara a la segunda vuelta.
Una, algo que éste no tenía y resultó clave el domingo último: un esquema de profesionalización en la tarea de fiscalizar en cada una de las más de 100 mil mesas de votación de todo el país. Un método para que el peronismo no lo avasalle a la hora de cuidar los votos. La faena estuvo a cargo del exministro macrista Guillermo Dietrich, que se encargó además de conseguir el financiamiento.
Dos: Macri -y también Bullrich, claro- lograron trasladarle a Milei la mayor parte del voto duro de Juntos por el Cambio con una tarea artesanalmente militante. Así, la sociedad macrismo-Milei resultó eficaz. La consultora Ad Hoc, en un informe realizado ayer, definió esa simbiosis como “complementariedad electoral”.
Agregó: “Milei capturó prácticamente todo el voto cambiemista y la alianza le dio la llave para la zona central del país. De los 2.960.320 votos de diferencia a nivel país entre el libertario y Massa, en el cinturón centro la diferencia fue de 2.764.828 sufragios”. No sólo eso. “En el norte del país, los 10 municipios más poblados del Conurbano bonaerense, la CABA y el interior de la provincia de Buenos Aires la transferencia de votos de Bullrich hacia Milei es casi directa”, explica el mencionado trabajo.
Todo esto le sirve a Macri para esquivar la jubilación política que le auguraban en Juntos luego de que Bullrich quedara afuera de la segunda vuelta. Había jugado fuerte y con éxito contra Horacio Rodríguez Larreta impulsando la Primaria contra su protegida Bullrich y, sobre todo, imponiendo a su primo Jorge como postulante en la Ciudad de Buenos Aires, ese territorio que su apellido tiene casi escriturado.
Es más: el año pasado Macri fue el primero en pedir que el libertario fuera incluido en JxC porque lo veía en ascenso constante, pero los sectores más progresistas o moderados (la UCR, la CC) lo pusieron como un límite para la vida de la alianza. Eso, por cierto, empezó a horadar la amalgama que los unía.
La victoria de Milei y la segura inclusión del macrismo duro en el gabinete que viene le darán una cuota extra de poder real al expresidente, acaso impensado cuando perdió contra Alberto Fernández en el 2019. Procurará, también, ser el arquitecto de una reconstrucción de lo que quede de Juntos, con una inclinación mucho más marcada hacia la centro derecha. De allí ya se fue Elisa Carrió y su partido personalísimo y probablemente se despegue la parte de perfil más socialdemócrata del radicalismo, que buscará seguir siendo una oposición razonable a Milei.
Es probable que, en aquella re-definición amarilla, Macri plantee el rol vital de su espacio como aliado parlamentario del presidente electo, con nombres de amplia experiencia como Miguel Pichetto o Cristian Ritondo, por citar sólo un par.
Hay que recordar que La Libertad Avanza tendrá sólo 37 diputados propios y el Senado será dominado por el peronismo. Desde su posición perdidosa de agosto pasado, Larreta aspira a armar otra cosa diferente con sectores del PRO y Juntos con los que aún se lleva bien -lo poco que queda del vidalismo, su amistad con Carrió, los radicales porteños- e intentar ser una opción para más adelante, cuando la moderación vuelva a ser un reclamo social.
LA SITUACIÓN DE LA VICE
La derrota contundente de Sergio Massa implica la postergación del “matricidio” político de Cristina. Un Massa presidente hubiera avanzado en esa dirección tarde o temprano, se evalúa desde hace rato en el peronismo. La actual vicepresidenta siempre lo supo. Por eso la mejor noticia para ella fue que su “ahijado” Axel Kicillof conservara la provincia de Buenos Aires.
Se descuenta que el gobernador, puesto a armar su gabinete para los próximos cuatro años sin la exigencia de poner a intendentes aliados de Máximo Kirchner (el viajero Martín Insaurralde fue el paradigma de eso), estará receptivo a recibir sugerencias de Cristina.
La Vice, que vuelve al llano y por eso deberá mirar el pulso judicial sobre las causas que la acechan, cuenta con varios diputados y senadores nacionales que le responden. Y que no tendrán a un “jefe” en la Casa Rosada que haga dudar de sus lealtades, algo que hubiera pasado si ganaba Massa el domingo último. Es probable que piense en hacer una oposición dura a Milei, de quien la separa un abismo ideológico. Es conveniente recordar que ella fue la primera que avisó que se venía la elección de tres tercios que definió a este año electoral.
Buenos Aires será el territorio de resistencia cristinista pero estará regido por la posible escasez de esos recursos extraordinarios -más allá de la coparticipación menor que le corresponde a la Provincia- que fueron una constante de la que disfrutó Axel en toda la presidencia de Fernández -con ella como gestionadora- y que Milei, casi seguro, moderará bastante. Es una espada de Damocles para la administración provincial por los próximos cuatro años.
Cristina ya avisó que no piensa irse al sur a tejer batitas para sus nietos. Y el peronismo también entrará en una etapa de re-definición de liderazgos en la que probablemente surgirá la impronta de la vicepresidenta de alguna manera. Sobre todo teniendo en cuenta que, en el mapa nacional, muchos gobernadores del PJ perdieron sus reelecciones o la de sus delfines en manos de radicales o referentes del PRO del interior. Kicillof cobra así especial preponderancia en ese proceso que viene.
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