La cúrcuma, una especia originaria del sur de Asia, es conocida por su color amarillo y su componente activo, la curcumina, que posee propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Estudios recientes sugieren que la curcumina puede mejorar la memoria y prevenir el deterioro cognitivo en adultos mayores, al reducir la inflamación y proteger las células cerebrales. Se ha asociado incluso con la prevención de enfermedades como el Alzheimer.
La cantidad recomendada de cúrcuma varía entre 500 a 2000 mg diarios, preferiblemente combinada con pimienta negra o grasas saludables para mejorar su absorción. Sin embargo, su consumo debe ser supervisado por un profesional, especialmente en personas con trastornos de coagulación, problemas digestivos o que tomen anticoagulantes.
Además, la cúrcuma podría ayudar a reducir la presión arterial en personas con inflamación crónica, aunque aún se necesitan más estudios. Para aprovechar sus beneficios, se puede añadir cúrcuma en polvo a sopas, guisos y tés, combinada con jengibre, miel o limón.
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