Once días antes de las elecciones 2023, al presidente Alberto Fernández se le ocurrió meterse en la campaña, de la que había estado absolutamente ausente. ¿Cómo? Clavándole una denuncia penal por intimidación pública a Javier Milei, el candidato presidencial mejor perfilado para el domingo 22, acusándolo por la corrida cambiaria que generó una suba del dólar por arriba de los mil pesos. Es, el valor actual de la divisa, otro de los tantos récords de Fernández: cuando asumió, en diciembre de 2019, el dólar blue estaba 60 pesos.
Al rato nomás, Milei salió a responderle en una conferencia de prensa en la que, por supuesto, se desligó de cualquier responsabilidad por la escalada del “verde”, ratificó sus declaraciones contra el peso y obviamente se victimizó. Contestó el ataque. Alberto le regaló así a Milei, para que responda, una suerte de cadena nacional.
Según el libertario, lo quieren meter preso para que no pueda asumir en caso de ganar las elecciones. Habló de que buscan “proscribir” a la fuerza más votada. Un argumento de vodevil con aroma conocido porque es el que usó el kirchnerismo pero respecto a Cristina Fernández, cuando la vicepresidenta fue condenada a seis años de prisión por la causa Vialidad. Feliz coincidencia.
Se supone que Milei dijo eso porque el delito por el cual lo denunció Fernández está previsto en el artículo 211 del Código Penal, que castiga con “prisión de 2 a 6 años” a quien cometa acciones con el objetivo de “infundir temor público”. Milei se percibe así mismo como una víctima del kirchnerismo/massismo/peronismo. “La casta tiene miedo”, tuiteó antes de la conferencia del prensa cuando se conoció la denuncia del Presidente.
Dos cosas subyacen detrás de esta saga.
Una: el libertario debería dejar de usar el latiguillo referido a esa clase especial, privilegiada, que dice combatir. Ya es parte de la misma porque barrunta que, sin ella, no podría gobernar. Su alianza blanqueada con el inoxidable sindicalista Luis Barrionuevo es sólo el ejemplo más brutal y visible de la ruptura del contrato inicial con sus votantes, que también se evidencia en la infinidad de candidatos del peronismo (muchos ligados a Sergio Massa) que pueblan sus listas, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires.
Barrionuevo, por cierto, podría ser un prehistórico hilo que une los destinos de Milei y Massa. Es que el ministro de Economía se inició en el peronismo militando en San Martín, el distrito del Conurbano del que es oriundo, de la mano del tándem matrimonial Barrionuevo-Graciela Camaño. En verdad, sólo ha reconocido a ésta última como mentora. “Es mugre”, dijo ayer el gastronómico. Olvidos, seguramente.
Dos: para los mal pensados, el tiroteo oficialismo-Milei asoma como un nuevo intento de polarización mutua, en momentos en que la crisis económica ha ganado la centralidad de la campaña y se insinúan ciertos cambios de tendencias electorales en esas encuestas que no suelen mostrarse al gran público pero que se leen en el poder.
Bullrich busca impulso
La semana económica que hoy termina, probablemente la peor desde que Massa es ministro de Economía, fue un duro golpe para Unión por la Patria y envalentonó a Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio, que luego del último debate presidencial busca mostrarse como la opción más racional, al frente del equipo liderado por Carlos Melconian, para enderezar la economía aún cuando la dejen hecha un fleco.
Bullrich ha llegado a denunciar un acuerdo entre Massa y Milei para potenciarse mutuamente y así entrar ambos al balotaje, sin más evidencias que aquella superpoblación de postulantes de raíz peronista en las nóminas del libertario y el hecho cierto de que los dos hombres a los que se enfrenta suelen tratarse con notable caballerosidad.
¿Qué generó la denuncia penal de Fernández contra el libertario? La declaración en un reportaje radial donde aconsejó a ahorristas no renovar plazos fijos en pesos porque descree de la divisa nacional como unidad de resguardo.
¿Eso hizo subir el dólar? Probablemente no porque la escalada viene de mucho antes, desde que el Massa ministro implementó una devaluación desprolija después de las Primarias de agosto pasado. Se verá si los dichos de Milei tienen impacto en los bancos pero, en todo caso, no es un dato menor el trabajo que publicó el economista Aníbal Collante, del Centro de Estudios Económicos del Sur, quien registró que desde hace más de un mes los depósitos en plazo fijo del sistema bancario vienen cayendo en términos nominales. Mucho antes de que hablara el ahora denunciado libertario.
El mote de “irresponsable”, como lo calificaron Massa y Bullrich, sí podría caberle a Milei. El debería dimensionar perfectamente el peso de sus palabras. Ya no es sólo un personaje estrafalario y gritón que paneleaba en programas de televisión. Ahora es un serio candidato a ocupar la Casa Rosada desde diciembre próximo. O no mensuró que podría ayudar a profundizar la crisis ya desatada o lo hizo a propósito. Las dos opciones dejan a los ciudadanos argentinos en el medio del ojo del huracán.
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