Buena parte de la Argentina vivió en la segunda semana de enero altas temperaturas récord. El martes 11 de enero en la Ciudad de Buenos Aires se llegaron a registrar 41,1 grados centígrados “la segunda temperatura más alta desde 1957”, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Y aún así ese no fue el registro más elevado: el viernes 14 rozamos los 42 grados en CABA, mientras que en Santiago del Estero se sintieron los 43.4 grados centígrados que la convirtieron en el sitio más caluroso de la Argentina. La ola de calor pegó a todo el hemisferio sur. Australia se sofocó con marcas récord. Una estación meteorológica en Onslow, una ciudad costera ubicada al oeste del país, registró una temperatura de 50,7 grados.
Y uno podría pensar que es solo porque es verano. Lo real es que en todo el planeta los veranos están siendo cada vez más calurosos y que eso se debe, en gran medida, a la crisis o cambio climáticos. Las olas de calor van cada vez más acompañadas de incendios forestales aún en zonas donde los mismos no son frecuentes.
Apenas cuando estaba empezando esta ola de calor extremo, el Servicio de Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea informaba el lunes 10 que el año 2021 fue uno de los siete más calurosos jamás registrados. Y, además, que las concentraciones globales de dióxido de carbono y de metano siguieron su tendencia creciente: en ambos casos atrapan la radiación solar y calientan la atmósfera en todo el planeta.
Los niveles de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron un récord anual promediado de 414 partes por millón (ppm), mientras que el metano (CH4) llegó a las 1.876 partes por billón (ppb). Las emisiones de carbono procedentes de los incendios forestales en todo el mundo ascendieron en total a 1.850 megatoneladas, alimentadas fuertemente por los incendios en Siberia, Federación Rusa. En el año 2020 esas emisiones habían llegado a las 1.750 megatoneladas.
Carlo Buontempo, Director del Servicio de Cambio Climático de Copérnico, resume: “El año 2021 ha sido otro de temperaturas extremas, con el verano más caluroso en Europa, olas de calor en el Mediterráneo, sin olvidar las altas temperaturas sin precedentes en Norteamérica. Los últimos siete años han sido los siete más cálidos registrados. Estos acontecimientos nos recuerdan con crudeza la necesidad de cambiar nuestra forma de actuar, dar pasos decisivos y eficaces hacia una sociedad sostenible y trabajar para reducir las emisiones netas de carbono”.
Por su parte, Vincent-Henri Peuch, Director del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus, puntualiza que “las concentraciones de dióxido de carbono y de metano siguen aumentando año tras año y sin signos de desaceleración. Estos gases de efecto invernadero son los principales impulsores del cambio climático”.
Planeta caliente
“Las olas de calor extremas están vinculadas en gran medida con la crisis climática, que aunque es multifactorial tiene como mayor causante a los gases de efecto invernadero que están en incremento desde la Revolución Industrial. Fue en las últimas décadas cuando la tecnología permitió aceptar esa causa como la principal”, explica Irene Wais, bióloga, ecóloga, con un Posgrado Internacional en Evaluación de Impactos Ambientales por la Universidad Nacional Autónoma de México.
La climatóloga alemana Friederike Otto coincide. Y explica: “La repetición de tantas anomalías en tan poco espacio del tiempo sólo puede explicarse por la acción de los seres humanos. El clima de la Tierra siempre ha estado sujeto a períodos de extremos, pero si no fuera por el efecto invernadero, serían más raros y tendrían menos poder destructivo. El año 2021 dejó claro que no hay punto del planeta que esté a salvo de las ocurrencias radicales, incluidos los países desarrollados. Fue impactante ver a Alemania y Bélgica, dos de las naciones más ricas del mundo, ser sorprendidas por la intensidad de las inundaciones de julio, simplemente porque su volumen fue considerado imposible. Las alertas no sonaron a tiempo, las ciudades se han ido destruido y cientos de personas murieron. Algo anda muy mal en el engranaje que mueve el clima del planeta”.
Noticias: ¿Qué otros elementos inciden en las olas de calor, o es todo crisis climática?
Irene Wais: Varios, pero mayormente los modos de producción masiva. El argumento es que no se puede alimentar al mundo sin agroquímicos ni fertilizantes artificiales. Eso es una falacia absoluta desde el punto de vista socioambiental. La ecología como ciencia (y digo ecología, no ecologismo, que es otra cosa) prueba lo contrario. Con estos modelos el hambre y la desigualdad se profundizan en el mundo aún más. La Unión Europea está tratando de revertirlo volviendo a la producción local y agroecológica.
Noticias: De acuerdo con el Servicio Copérnico sobre Cambio el 2021 fue el séptimo año más caliente desde que se tiene registro. Además, las concentraciones de dióxido de carbono y de metano siguen aumentando. ¿En qué medida influye esto en la vida cotidiana del planeta? ¿Y a nivel macro y de mediano y largo plazo?
Wais: Influye a nivel macro y en plazos de cuenta regresiva me atrevería a afirmar, porque si no estamos en el Tipping Point o punto de no retorno estamos muy próximos a él. Por eso el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, ONU) fue tan contundente en su informe de agosto pasado y afianzó la tendencia de informes anteriores. El informe de los efectos sobre la biodiversidad que se presentará en febrero próximo va a ser lapidario. Ya se filtraron algunos datos muy preocupantes.
Lo que viene
“En febrero, el IPCC tiene previsto publicar su evaluación de las últimas investigaciones sobre cómo el calentamiento climático está afectando a las personas y los ecosistemas -explica de manera oficial la ONU-. Un mes después, el panel está listo para proporcionar un análisis de las opciones para frenar las emisiones y detener el calentamiento global. Combinado con el informe del año pasado sobre ciencia climática, los gobiernos del mundo tendrán una revisión sólida del estado del arte de la investigación sobre el cambio climático”.
Noticias: Cuanto uno mira el mapa de aumento de temperaturas, buena parte de la Argentina está entre las zonas más cálidas actualmente. ¿Qué y cómo está cambiando el clima en el país?
Wais: Para conocer un cambio de clima, por definición se precisan 30 años de registro histórico, pero además en la Argentina se da una situación particular. El 85% de los recursos hídricos del país se encuentran en la Mesopotamia y la Pampa Húmeda, ya sea en superficie o en forma subterránea (sobre todo por el Acuífero Guaraní). Hoy en nuestro país un factor importante es la falta de agua en siete provincias en emergencia hídrica (Formosa, Chaco, Santa Fe, Buenos Aires, Misiones, Corrientes y Entre Ríos) por la bajante extraordinaria del Río Paraná que es nuestra “columna vertebral”. Eso es producto en parte de la deforestación histórica en la alta cuenca en territorio brasileño y el cierre de compuertas en presas hidroeléctricas aguas arriba cuando falta agua en estados de la cuenca en el tramo superior del río, en Brasil, por la falta de lluvias, que a su vez son resultado de estar transitando por un prolongado período de “La Niña” con sequías extremas.
Wais describe más consecuencias. “Es como un círculo vicioso. Los peces migradores de importancia cultural y comercial del Paraná (sábalo, dorado, patí, pacú, manguruyú, surubí y otros) muchos de los cuales son especies endémicas de América del Sur no pueden criar a sus alevinos en los humedales secos. Los tamaños grandes maduros para desovar no pueden hacerlo aguas arriba por falta de agua en los arroyos afluentes como solían hacerlo y son capturados por pescadores que buscan pan para hoy aunque eso signifique hambre para mañana. Las lagunas isleñas sufrieron quemas intencionales especialmente en territorio entrerriano frente a localidades santafesinas importantes como Rosario donde el aire se volvió irrespirable. Y también frente a ciudades y pueblos del norte de la provincia de Buenos Aires”.
Volviendo al informe del Servicio de Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea, señala que a lo largo de los cinco primeros meses del año 2021 se registraron temperaturas relativamente bajas, en comparación con los últimos años muy cálidos. Sin embargo, desde junio hasta octubre, las temperaturas mensuales se situaron sistemáticamente entre las cuartas más cálidas registradas. Las temperaturas de los últimos 30 años (1991-2020) estuvieron cerca de 0,9°C por encima del nivel preindustrial.
Y un dato: uno de los gases de efecto invernadero que más está aumentando es el metano. Y el metano es muy particular. “Los humedales secos y quemados no tienen la presión de agua suficiente, lo que hace que el metano quede “preso” en el fondo. Al estar secos, el gas se libera con burbujas que salen a la superficie fácilmente y reinician incendios. Los llaman ´fuegos zombies´”, explica Wais. “El metano es un tremendo gas de invernadero y además es combustible. De noche se ven luces que cada tanto en períodos de bajante se solían ver ya desde hace mucho tiempo. Son burbujas de metano que explotan a cierta distancia del suelo y de noche se ven mejor porque aparecen como flashes en medio del campo”.
FUENTE: https://noticias.perfil.com/noticias/ciencia/olas-de-calor-incendios-inundaciones-sequias-y-la-crisis-climatica.phtml
Otras noticias
-
Lluvia de meteoros Leónidas iluminará el cielo en noviembre
-
CONICET impulsa proyectos de conservación de la biodiversidad
-
Un investigador del Conicet es el nuevo director del Servicio Meteorológico Nacional
-
Un riñón de cerdo modificado genéticamente fue trasplantado con éxito una persona viva
-
La NASA quiere llegar a Marte para 2039