Sergio Massa, acompañado por el oficialismo, la oposición, buena parte del periodismo y miembros del establishment intelectual y económico están haciendo todos los esfuerzos posibles para colocar a Milei en el centro del ring. Lo curioso es que esa es la posición en la que deseaba estar Milei. Se cumple con un objetivo estratégico del tan vilipendiado candidato: el contra todos, que son lo mismo.
En la posición donde gran parte de la ciudadanía argentina cree encontrar a alguien en quien canalizar la bronca, allí lo colocaron a Milei. Y la próxima elección se está convirtiendo en “yo o la casta”. Para los jóvenes de menos de 30 años, y especialmente cuando provienen de los barrios vulnerables y cuyos padres como máximo suelen conseguir alguna “changa”, la casta no son únicamente los políticos, son los empresarios, los jueces, los periodistas y hasta los mismos líderes piqueteros que reparten planes a cambio del presencialismo en marchas y actos.
“VOY A SER PLANERO”
Para ellos no es decisivo que exista el Banco Central, ni la dolarización, ni todas las cuestiones en las que los opositores se enredan para intentar demostrar que las propuestas de Milei no son serias. La cuestión es otra, hablan de Milei y hablan de Milei y hablan de Milei. Y es entendible cuando pasan permanentemente situaciones como la siguiente en un barrio de la periferia de La Plata: en una charla informal con adolescentes de entre 12 y 17 años, un empresario de la Ciudad preguntó qué expectativas tenían para el futuro, qué pensaban estudiar o qué trabajo pretendían realizar cuando fuesen más grandes, y uno de ellos, un joven de 15 años, le respondió sin titubear: “Yo voy a ser planero. ¿Qué otra cosa puedo ser?”.
La respuesta no sorprendió a ninguno de los otros pibes que estaban alrededor, porque, como el primero, muchos viven en familias donde uno o más integrantes reciben planes sociales y no trabajan, o se desempeñan en actividades muy informales en las que el plan, justamente, se vuelve muchas veces la única entrada fija de dinero en el mes.
Frente a situaciones como estas, las largas y a veces poco claras discusiones que se dan entre políticos, funcionarios, empresarios y periodistas en los medios, para tratar de explicar lo que pasa en el país y las potenciales soluciones para afrontar los problemas, carecen de relevancia para las personas que a diario se debaten entre tener asegurado o no un plato de comida. Entonces, en muchos casos cala hondo el mensaje fuerte, directo y revulsivo de Milei, que apunta contra todo lo que desde su perspectiva no sirve, no da resultado, fracasa y condena a millones de personas a pasarla mal desde hace mucho tiempo.
UN PELIGRO PARA EL SISTEMA DEMOCRÁTICO
La gran cantidad de ciudadanos que no fueron a votar y repiten hasta el cansancio “para qué voy a ir si es todo lo mismo”, son un peligro más que trascendente para el sistema democrático. A ello hay que sumar los votos logrados por el líder de La Libertad Avanza que, según algunos sondeos, sigue creciendo electoralmente. Los jóvenes de los barrios vulnerables que convencieron a muchos adultos se ríen cuando Sergio Massa, por ejemplo, sostiene que con Milei van a perder todo. “No tenemos nada y por lo menos él (por Milei) nunca nos cagó. Por ahí si gana también nos caga, pero no somos los boludos que votan a los que ya nos cagaron. Y por lo menos Milei les dice de todo”.
En realidad, no importa “lo que dice” Milei para muchos de ellos, importan la actitud, los gestos autoritarios, la apariencia de que no duda en enfrentar a los poderosos y la invocación de la motosierra como instrumento político. Esa expresión simboliza el cansancio que tienen no solamente los jóvenes de los barrios vulnerables.
Algunos intelectuales han interpretado que entre los sectores poseídos y la clase media hay un giro político hacia la derecha y relacionan la situación política de la Argentina con lo que ocurre en otros países como en Alemania, donde el Partido Alternativo para Alemania (Afd), según las encuestas, es el segundo en las preferencias electorales. Hasta hace poco era tabú por sus concepciones de extrema derecha, en Italia la primera ministra ganó las elecciones elogiando al Movimiento Sociale Italiano, una organización fascista que desapareció. Lo mismo está ocurriendo en naciones a las que se creía “vacunadas” contra la extrema derecha, como Suecia, Finlandia y Holanda. El fenómeno de Marine Le Pen ya es viejo en Francia. Esas circunstancias en Europa pueden ser una sorpresa, pero en Argentina el componente autoritario y los líderes carismáticos que hacen su base estando “en contra” de lo establecido se han repetido a lo largo de la historia.
Tampoco puede concluirse que influye únicamente la situación económica de tantos millones argentinos. No es solamente eso, la corrupción ha generado un silencioso desencanto que, por ahora, solo ha hecho erupción en las urnas. Todos los factores de poder, no solamente los políticos, son responsables de la peligrosa situación político social que vive la Argentina. Y en medio de todas estas situaciones, Milei hace su juego y le saca el jugo al desencanto.
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