Sergio Massa se debilita, el dólar se calienta y Cristina Kirchner sigue sin candidato

Antonio Aracre acaba de ser expulsado de su cargo como jefe de asesores presidenciales, que ejerció por poco más de dos meses, por no lograr convencer a su jefe de que no tenía responsabilidad en los rumores sobre un inminente desplazamiento del ministro de Economía, y su reemplazo por el mismo Aracre.

El episodio hizo subir el dólar blue, pero el efecto político fue mucho peor: si se te atreve un paracaidista recién llegado como Aracre es indicio de que tu prestigio está por el suelo. Más allá del resultado puntual de la crisis, ella dejó ver todo el terreno que vino perdiendo Massa en los últimos meses, más precisamente desde diciembre pasado, cuando lanzó su candidatura presidencial prometiendo una inflación, para este mes de abril, por debajo de los 4 puntos.

Sergio Massa y Cristina Kirchner

Él y la vice vivieron por entonces su momento de mayor sintonía. Ella necesitaba una salida electoral que le ahorrara tener que candidatearse, preservara la unidad del Frente de Todos, y un piso de votos. Y el ministro aparecía creciendo en las encuestas y con chances de “salvar a la gestión” del desastre dejado por la dupla Fernández-Guzmán. No fue el único que imaginó de allí saldría la mejor opción electoral para el oficialismo, una que tal vez no ganara pero al menos evitara un papelón.

Apertura de Sesiones Legislativas. Cristina Kirchner y Sergio Massa antes del ingreso del Presidente Alberto Fernández al recinto (Captura).
Apertura de Sesiones Legislativas. Cristina Kirchner y Sergio Massa antes del ingreso del Presidente Alberto Fernández al recinto (Captura).

Hoy, sin embargo, Massa está en los sondeos a la par que Kicillof y Alberto, apenas por encima de Scioli y De Pedro, y cada vez más lejos de los candidatos de oposición. De continuar esta tendencia, se volverá otro lastre más para el kirchnerismo, otra muestra de sus fracasos, de la que este querrá tomar la mayor distancia posible.

Lo que ha dejado de funcionar en las últimas semanas, más precisamente, es la fórmula que le permitió al kirchnerismo decir que lo que hacía el ministro era el “populismo posible”, la vía media a transitar entre las presiones del FMI y los mercados, y las expectativas de contención de su empobrecimiento de los votantes peronistas. Un relato que permitía a los dirigentes afines a Cristina emprenderla contra todo lo que hacía Massa “forzado por el Fondo”, sin responsabilizarlo a él, y reivindicando su esfuerzo por mantener el barco a flote, evitar males mayores y brindar recursos para que algo de ayuda siguiera llegando a los bolsillos de esos votantes.

Massa, el vendedor de espejismos

Ahora esa idea empieza a ser sustituida por otra, que hasta hace poco solo circulaba entre los kirchneristas en reserva: Massa es un vendedor de espejismos y el efecto de sus pases de magia ya se agotó, la inflación se acelera y se combina encima con crecientes señales de recesión, así que se necesita un golpe de timón antes de que empiece la campaña. Lo que significaría algo parecido al plan platita y un torniquete a los precios y las importaciones mucho más fuerte que los controles, restricciones y acuerdos vigentes.

¿Qué le queda por ofrecer a Massa en ese contexto? Tal vez lo único que pueda hacer sea plegarse a la opinión predominante en el oficialismo. La alternativa, seguir como viene y esperar que la inflación finalmente baje un poco, pero no por los controles de Tombolini sino por la recesión ya desatada, no parece compatible con preservar sus ambiciones políticas.

Y un dilema parecido debe estar dando vueltas en la cabeza de Cristina. Si ella apostara a lo primero, y Massa también, tal vez él todavía podría ser su candidato. Aunque sería uno que deje de hacer eje en sus negociaciones con el Fondo y los empresarios, y abrace el discurso más duro hacia ellos: la suba de precios es culpa de los empresarios, la recesión culpa del FMI, y todo es culpa de Macri, etc.

Si en cambio Massa optara por un curso menos populista e irresponsable, su imagen entre los votantes peronistas seguirá decayendo, y Cristina necesitará otro candidato, y pronto. Porque la campaña ya empieza y no hay nadie a la mano.

Existe la expectativa en los corrillos oficialistas en que, una situación como esta, forzaría a Cristina a rever su repliegue. Pero lo cierto es que ese mismo estado de cosas le confirmaría que hizo bien en escaparle a la competencia electoral, para evitar cargar, encima de todos los problemas que ya tiene, con una derrota aplastante en primera persona.

Candidatura sorpresa

Otra idea que circula es que ella podría gestar una candidatura sorpresa, alguien que pueda hacer las veces de Alberto y de Sergio, pero no cargue con los fracasos de estos años. Se habló hace un tiempo de Pablo González, presidente de YPF. Y tal vez hasta el entusiasta Aracre soñó en algún momento con ser el elegido de tal operación, si lograba colarse en la primera plana del gobierno. El asunto es que inventar un candidato con tan pocos recursos a la mano es una apuesta de mayor riesgo aún que lidiar con los que hay anotados. Podría salir bien, pero lo más probable es que suceda lo contrario, y deje expuesto abiertamente al kirchnerismo al vacío de liderazgo y de política que lo aqueja, ya muy tarde para rebobinar y buscar alternativas.

El presidente de la Nación junto a Antonio Aracre, exjefe de asesores Presidencial (Foto: Presidencia de la Nación).
El presidente de la Nación junto a Antonio Aracre, exjefe de asesores Presidencial (Foto: Presidencia de la Nación).

Ya les pasó con Scioli. Meses atrás el kirchnerismo buscó instalarlo, unos cuantos gobernadores mostraron su disposición a acompañarlo, pero el actual embajador no logró despegar en lo más mínimo en las encuestas. Asi que ahora lo tienen hablando en los medios todos los días, dando un poco la imagen de un jubilado que chochea, y confirmando con su presencia que el proyecto oficial es un barco sin timón y sin rumbo. Para eso mejor insistir con Massa, cualquiera sea el curso que siga la gestión económica.

El otro problema que en este contexto se le complicó a Cristina y su sector es que Alberto, como están las cosas, no tiene motivos para desistir de su propia candidatura: si la esperanza de aquellos es un candidato que todavía no existe, o uno que no mide mucho más que el presidente y encima es más sensible que él a las malas noticias económicas, el albertismo puede seguir sintiéndose tuerto en el país de los ciegos. Y guardar esperanzas en que, al final, haya peronistas dispuestos a acompañarlo en una fórmula, al menos para figurar en las listas, o en que Cristina tenga que negociar su retiro de la competencia cediéndole algún rol en el peronismo del futuro. Debe ser con esta idea que Alberto decidió volver a convocar a una asamblea de accionistas haciendo uso de su rol de titular del PJ.

Debe saber que Cristina no va a poder evitar pagar parte del costo del desbarajuste: tras haberle torcido el brazo al albertismo una última vez, para instalar a Massa en el corazón de la gestión, ya no puede decir que la responsabilidad por los resultados sigue siendo exclusiva del presidente, ni que no tiene nada que ver con el plan de parches para mantener artificialmente elevado el nivel de actividad que viene hundiéndose sin remedio, pese a la hiperactividad del ministro.

Política y economía se les han enredado más y más a la señora de Kirchner

Es ya crónica su credulidad a las recomendaciones de política económica más delirantes. Fue lo que le pasó con Kicillof, cuando este le recomendó apropiarse de YPF a los empujones, y se está viendo justo en estos días, tarde pero seguro, lo que semejante chiste le va a costar al país. Algo no muy distinto le sucedió a Cristina con Guzmán, a quien le creyó que era factible torcerle el brazo al Fondo y conseguir tasas, plazos y demás condiciones que éste nunca había concedido.

Tan mal terminó esa historia que tuvo que inventar que había sido Alberto el que lo había promovido para ministro. Y parece que la historia acaba de repetirse con Massa, de quien compró un plan de parches sin devaluación que iba supuestamente a sostener la economía funcionando, sin mayores sacrificios y con menos inflación, solo con gestos y promesas.

Ya antes de la sequía ese plan tenía pocas chances de fructificar. Al menos no las tenía de reducir la inflación. Y con la seca las posibilidades de una corrida detrás del dólar, que termine de sepultar las chances electorales del oficialismo, crecieron significativamente. Como si el agro se hubiera cansado de sostener a un gobierno que lo expolia, aunque eso le implicara problemas hasta para financiar la próxima campaña de siembra. Al menos tendrá el consuelo de no volver a salvarle las papas a quienes se dedican a esquilmarlo. En el kirchnerismo, están que trinan: denuncian una supuesta conspiración de los chacareros contra el dólar soja 3 para favorecer a “la derecha”. En verdad simplemente lo que pasó es que se les acabó la suerte. Alguna vez les iba a tocar también a ellos que dejara de llover.

FUENTE: https://tn.com.ar/opinion/2023/04/19/sergio-massa-se-debilita-el-dolar-se-calienta-y-cristina-kirchner-sigue-sin-candidato/

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