De cara al balotaje, a Javier Milei lo urge la necesidad de reciclarse, de re-configurar su propuesta y hasta su figura para enfrentar al peronista Sergio Massa. Es un replanteo de estrategia inevitable porque lo que sucedió el último domingo terminó siendo un golpe para La Libertad Avanza: aquella sorpresa de las Primarias de agosto, el “cisne negro” que prometía ganar en primera vuelta, se estancó en el test de octubre y resignó ese factor inesperado inicial en manos de Unión por la Patria, que en cierta forma dio el batacazo de terminar siendo el espacio más expectante de cara a lo que viene.
Milei es el primero que sabe esto. Apenas consagrado como el segundo más votado en la noche del domingo evidenció un giro hacia un inédito ecumenismo direccionado claramente a Juntos por el Cambio, la hasta ahora principal alianza opositora y gran derrotada en la jornada dominguera. “Estoy dispuesto a barajar y dar de nuevo para terminar con el kirchnerismo”, expresó el libertario desde el bunker del Hotel Libertador en lo que fue una primera invitación.
Ayer hizo una raid de reportajes radiales matinales para prologar el convite público, incluso en medios y con periodistas con los que nunca había hablado hasta ahora porque para él antes eran “ensobrados”. La necesidad tiene cara de hereje.
Por la grieta
Milei se planta así como el nuevo actor central de “la grieta”, que hasta ahora acaparaba en uno de sus bordes Juntos por el Cambio. Una reversión del discurso confrontativo con el peronismo bajo el supuesto de que ese partido sigue hegemonizado por las huestes de la vicepresidenta Cristina Fernández. La lógica de “ellos o nosotros” que hasta el último domingo fue el eje rector de la campaña de Patricia Bullrich. Pero para la candidata de Juntos, quedó demostrado, fue sobre todo un camino hacia la derrota. ¿Por qué en el caso del liberatario resultaría eficaz?
Del otro lado, Massa planteó lo opuesto. Llamó a terminar con la grieta y convocó a un gobierno de unidad nacional, lo que por definición supone sentarse con sectores de la actual oposición y tentarlos a una racionalidad inicial que sirva, entre otros objetivos, para tratar de salir del atolladero económico en que puso al país el propio Massa. Curiosidades.
Así Milei cambió el combate a “la casta”, ese leit motiv que le dio sus frutos, por la estrategia de exprimir todavía más la idea de la hendidura política que rigió la vida de los argentinos en la última década. El libertario no quiere votos peronistas ligados al Gobierno. Los da por perdidos. Pero ya no puede hablar de casta, entendida como una clase especial con privilegios, porque ahora necesita a parte de ella para ganarle al ministro de Economía y candidato presidencial del oficialismo.
Donde apuntar
Corre riesgo Milei si no entiende algo que parece haber comprendido perfectamente Massa: dónde está el núcleo histórico que define las elecciones. En diálogo con este cronista, el prestigioso analista Carlos Fara explica que, en ese sentido, “el santo grial es el centro moderado”. Y allí debería apuntar el candidato libertario. Por eso para él es muy necesario resetear su discurso, sus modos volcánicos, incluso procurar cambiar el eje de cuestiones de su vida personal.
No fue casual la puesta de Massa en el búnker del domingo subiendo a su familia al escenario, primero, y luego a la de su vice, Agustín Rossi. No fue casualidad el tono tranquilo, mesurado, empleado en el discurso de comunicación del triunfo. Massa buscó mostrar lo opuesto a Milei en esos detalles, que para los especialistas deciden cuestiones importantes.
Entre las PASO y el domingo los libertarios cambiaron o al menos embarraron los ejes centrales de su mensaje con cuestiones muy sensibles que, mal manejadas, pueden ser un boomerang. Así, en el tramo final de la campaña la dolarización, las privatizaciones, la necesidad de recortes fiscales para ordenar la economía fueron opacados por desmesuras tales como romper relaciones con el Vaticano en caso de llegar al gobierno, proyectos para desconocer la paternidad o que la ESI (Educación Sexual Integral) provoca que los padres hagan obscenidades con sus hijos.
Se admite hoy que dar libertad de acción a cualquier vocero para que diga cualquier cosa fueron errores estratégicos. Y que se trabaja para ordenar esa cuestión, ahora que la cosa es mano a mano.
La Iglesia
El consultor Gustavo Córdoba abona la tesis de que estos derrapes no son cuestiones menores. “Milei probablemente haya perdido voto católico. La Iglesia conserva credibilidad entre sectores humildes, que acaso en las Primarias hayan votado al libertario y ahora pueden haber optado por Massa”, explica a modo de ejemplo a este medio. Aún no parece mensurado el grado de efectividad que tuvo para eso la abierta militancia en contra de Milei que ejercieron algunos sacerdotes.
En esos sectores carenciados, por cierto, habrían jugado muy a favor del ministro/candidato los efectos del denominado plan platita, en especial lo relacionado a bonos para trabajadores informales y la devolución del IVA.
“El voto económico fue el gran ordenador del resultado electoral de las PASO, pero eso cambió por completo el domingo. El voto miedo probó ser la herramienta movilizadora que el peronismo necesitaba para remontar”, agrega Córdoba en un trabajo reservado post-elección hablando de las consecuencias de aquella deriva discursiva. Se podría agregar que Milei cambió su discurso inicial de ajustar a la casta por el de ajustar a la gente. O al menos eso entendió el electorado.
A eso todo esto se enfrenta Milei. Lo interpela lo que pasó en primera vuelta. Es un hecho la bajada de cambio para seducir a dirigentes y votantes de Juntos.
Una certeza respecto al juego de seducción mileista: es altamente improbable que el ala más socialdemócrata de Juntos, digamos la mayoría del radicalismo y la Coalición Cívica, evalúe siquiera respaldar al libertario. Ven a Milei como un límite. La UCR parece más inclinada a Massa, que ya les tiró los anzuelos correspondientes.
Así, Milei apuntaría sobre todo al PRO puro como socio posible. Con Jorge Macri y Rogelio Frigerio, dos de los pocos que no hicieron agua, ya habría conversado. Tiene con ellos buena relación previa.
Lo más inédito fue la gran frase de ayer: “¿La incorporarías a Bullrich a tu gobierno?”, le preguntó Luis Majul. “Si ella quisiera, cómo no la voy a incorporar. Ha sido exitosa en combatir la inseguridad. En ese plano tenemos una absoluta coincidencia. Fijate que la sentencia en ese punto es la misma: el que las hace las paga”, explicó el libertario.
Sería cuestión de reflotar la buena afinidad que había entre ellos el año pasado (Bullrich quería incorporarlo a JxC) y que la dama olvide que Milei la definió como “guna montonera que ponía bombas en jardines de infantes”. Otra de sus desmesuras, por cierto.
Y en este marco cobra relevancia la figura de Mauricio Macri, que obviamente registra sintonía con Milei y que, aún cuando enfrenta fuertes cuestionamientos internos que lo sindican como uno de los artífices de la derrota, sigue siendo visto como líder por una buena parte de la dirigencia y los votantes del partido amarillo. Se espera su definición para los próximos días.
El libertario no quiere votos peronistas ligados al Gobierno. Los da por perdidos
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