El dilema oficialista: Massa ministro vs. Massa candidato


Luego del desembolso del FMI y de la reconfiguración de las metas fiscales, las reservas y la asistencia monetaria, se observó un giro copernicano en la política económica de Sergio Massa, muy característico de su pragmatismo.

Veinticuatro horas después de haber estado negociando a con los miembros del FMI el desembolso de US$ 7.500 millones el ministro-candidato aplicó una devaluación del 22 por ciento cuyas consecuencias se hacen sentir en los bolsillos de todos y se externderán al menos por dos meses con una inflación de dos dígitos.

Para mitigar en parte esos resultados anunció un paquete de medidas con sabor electoral, pero que debido a la aceleración de los precios tendrá efectos paliativos modestos.

Entre las medidas a instrumentar se encuentran un bono a jubilados, la suma fija para trabajadores formales privados y públicos, una exención por seis meses del pago del componente impositivo del monotributo, los aumentos en la tarjeta alimentar y potenciar trabajo junto con exenciones impositivas para empresas y créditos subsidiados.

El costo fiscal del paquete rondará el 0,3% del PBI, casi todo ello a concretarse durante los meses de octubre y noviembre. Sin embargo, en términos agregados el costo fiscal será menor, ya que la aceleración de la inflación en lo que queda del año aumentará la nominalidad y por lo tanto los ingresos fiscales, ayudando a una especie de “mini” consolidación en el corto plazo para cumplir transitoriamente con el FMI.

Lo curioso de estas medidas es que el sector privado se tiene que hacer cargo en buena parte de su costo y a cambio las empresas las podrán computar como adelanto en las contribuciones, principalmente las pymes.

Con el desembolso, Massa logró sacarse de encima al FMI al menos hasta el mes de noviembre donde volverá a verse la cara con los equipos técnicos para renegociar el último tramo sumamente necesario para la transición.

A partir de ahora al Ministro deberá enfrentar como candidato el costo de vida, las vicisitudes de la brecha cambiaria, la actividad económica y los ingresos. Con una oferta de divisas escasa, el Banco Central ha tenido que cerrar el grifo de importaciones, prácticamente dejando de aprobar SIRAS luego de las elecciones e incluso reperfilando aquellas que eventualmente tenían fecha de acceso al mercado de cambios durante el mes de agosto. En este sentido y con la deuda comercial agotada, las importaciones no tienen más remedio que caer, lo que terminará impactando fuertemente en la actividad, principalmente la industrial. Junto con la caída de ingresos y de la demanda, será una “doble Nelson” para la economía.

Sin embargo, a pesar de este torniquete a la demanda de divisas y de las compras efectuadas en el mercado de cambios debido a la mejor oferta por parte del segmento agroexportador, prácticamente el BCRA no ha podido acumular reservas. En agosto la entidad monetaria compró en el mercado de cambios cerca de US$ 1.250 mil millones. De los US$ 7.500 MM desembolsados por el FMI, US$ 1.700 MM fueron a reponer los yuanes utilizados de las reservas del segundo tramo, US$ 1.000 MM fueron a repagar el préstamo puente con la CAF, otros US$ 800 al puente con Qatar, mientras que entre septiembre y octubre habrá que pagarle al FMI US$ 3.600 MM entre capital e intereses.

Por lo tanto, al BCRA solo le quedarían netos US$ 400 MM para usos de libre disponibilidad. El diario del lunes nos dice que debió haber una administración más férrea de las divisas sino se quería devaluar como se hizo.

En medio de este desorden macroeconómico, los pasivos remunerados ya son casi $20 billones y con una tasa de interés devengando al 9% mensual implican que se genera una nueva base monetaria cada trimestre. A ello hay que sumarle la emisión del BCRA para intervenir en el mercado secundario de la deuda en pesos, que sigue siendo por excelencia la mayor fuente de financiamiento monetario indirecto del Tesoro.

En conclusión, Massa solo puede apuntar a contener la brecha hasta las elecciones de octubre, cuyo resultado sigue siendo muy incierto. El daño en materia inflacionaria ya está hecho: la historia dice que el traslado a precios es alto e inmediato si la devaluación se produce en un marco de desorden macroeconómico como el actual y sin un cambio significativo en las expectativas. Hacia adelante Unión por la Patria solo puede esperar que el Massa candidato mantenga las expectativas de llegar a un ballotage para que el Massa ministro gane un poco más de oxígeno.

No es fácil, tampoco imposible.

* Analista político

 



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