Oficial, blue, MEP, CCL y Soja: los dólares también debaten


Después de la devaluación de las PASO y de una catarata de anuncios con tono electoral, la principal apuesta de Sergio Massa radica en poder llegar a las elecciones del 22 de octubre con el frente cambiario sin colapso y, obviamente, sin nuevas devaluaciones en el oficial, tratando de mantener la regla 350 / 700, es decir tener clavado el dólar comercial y tener el financiero (MEP) rondando los $700 de manera que la brecha no exceda el 100%.

La pax cambiaria pretendida parece haberse puesto en jaque justo durante las últimas jornadas y cuando se inicia la recta final de las elecciones. Los tipos de cambio financieros comenzaron a recalentarse y mostraron una fuerte trepada. El blue pasó de $720 a mediados de agosto hasta los $800 de cierre de septiembre, mientras que el CCL subió hasta $830 desde $740 que promediaba dicho mes. Para contener la brecha cambiaria (y llegar con la regla 350/700), Economía decidió implementar el dólar soja IV permitiendo a los exportadores liquidar el 25% de sus divisas a través del CCL. Esa medida funcionó en un primer momento, mientras el Banco Central podía acumular divisas.

En la segunda quincena de agosto compró divisas a un ritmo de US$90 millones diarios, mientras que en septiembre dicho ritmo cayó abruptamente a US$ 26 millones diarios, menos de un tercio de volumen. En los últimos siete días apenas embolsó US$12 millones. Si bien de las intervenciones en los tipos de cambio financieros no existe información precisa, podemos decir que desde las PASO del 14 de agosto, el BCRA habría gastado cerca de US$1.000 millones para mantener la brecha en niveles cercanos al 100%. A diferencia con el volumen de compras en el mercado de cambios, la intervención se acentuó durante el mes de septiembre respecto a la segunda quincena de agosto, ya que pasó de un promedio de US$ 40 millones diarios luego de las paso a US$ 45 millones diarios en septiembre.

Es decir, el BCRA está decidido a seguir perdiendo reservas netas (porque no alcanza lo que compra en el MULC) para llegar a octubre. Nuestras últimas estimaciones nos indican que las mismas se encuentran en torno a US$ -4.500 millones y cayendo. Mientras tanto, al CCL manda la oferta de divisas del agro, que en un primer momento sirvió, pero que ya se está quedando sin nafta. Por ello, el Gobierno ha negociado un nuevo tipo de cambio diferencial con el sector petrolero de Vaca Muerta, permitiendo liquidar el 25% de las divisas al contado con liqui. Las estimaciones del oficialismo respecto a cuanto podría ingresarse rondan los US$ 1.200 MM, de los cuales aproximadamente irían US$ 300 MM al mercado financiero. Sin embargo, no parece tan inmediata la concreción en relación a las necesidades “urgentes” de cara al 22 de octubre. Ahora se sumó la extensión del dólar soja V hasta el 25 de octubre, en la búsqueda de mayores divisas tanto para el MULC como para el mercado financiero.

La pregunta del millón, ¿cómo se llega al 22 de octubre?

Un tránsito despejado para el candidato oficialista no está aun asegurado a pesar de los pocos días que faltan. Las tensiones y nerviosismo del mercado por lo que pueda suceder post 22-O están a lo orden del día y sus efectos se anticipan en dos formas: búsqueda de más cobertura y desarme de posiciones de instrumentos en pesos del Tesoro. El probado instinto de supervivencia de Massa y su habilidad para transitar situaciones de extrema tensión son factores que juegan a favor.

Al generoso plan de ingresos lanzado en las últimas semanas le deberá sumar medidas adicionales para conseguir divisas y poder llegar competitivo a las elecciones sin que el saltó del dólar domine toda la agenda. Algo de esto se aprecia en el mencionado dólar especial para el sector petrolero y el anuncio del BCRA para incentivar algún “flujito” adicional de dólares financieros por parte de las empresas (se permiten que ingresen al CCL), para agregar algo de oferta al MEP y CCL y contener la brecha. Entonces si se llega a las elecciones, la pregunta es qué puede pasar después.

Ahí ingresamos en un mar de incertidumbre muy dependiente de los resultados electorales y de las reacciones/anuncios que realicen los contendientes favorecidos. Lo que si queda claro es que varias de las medidas adoptadas para “poner plata en los bolsillos”, en principio sin financiamiento disponible (lo que empeora las expectativas inflacionarias y devaluatorias), y que supera un punto del PBI, tendrá efectos plenos para que se sientan en la calle recién a partir de noviembre. Muchos de esos pesos buscarán bienes, servicios o cualquier instrumento que represente cobertura y “estar dolarizados” entre las generales y bolataje.



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