Hay dos obsesiones comunes en cualquier político: tener visibilidad y alcance. Y, lejos de lo que pueda suponer algún ciudadano despistado, detrás de cada aparición pública de un gobernante o candidato hay una maquinaria comunicacional que tiene objetivos e intenciones. Sin embargo, es bien sabido que para ser cada vez más conocido y escuchado no alcanza con los medios tradicionales y así como hubo un tiempo en el que se hacían alianzas con figuras del espectáculo o el deporte, hoy los dirigentes quieren sacarse la foto con los nuevos dueños de las audiencias: los influencers. Las últimas entrevistas que dio Alberto Fernández fueron, precisamente, a dos personajes potentes en el universo virtual: Pedro Rosemblat, conocido como “El Cadete”, con quien mantuvo “una charla entre compañeros” en la Quinta de Olivos, y Tomás Quintín Palma, con quien se sometió a un “ping pong centennial”.
La búsqueda del Presidente de hablarles a los argentinos más jóvenes no es exclusivamente suya y cada vez son más los políticos que lo intentan. Sus equipos saben que estas plataformas resultan valiosas para hacer llegar un mensaje a un sector que no necesariamente consume política. Likes que van y vienen, transmisiones en vivo por YouTube, videos graciosos en Instagram o provocaciones tuiteras… todas son oportunidades.
Según Guillermo Riera, consultor en comunicación política digital que trabajó en el gobierno de Mauricio Macri, “trabajar con influencers es de lo más efectivo porque se trata de personas que le hablan genuinamente a una audiencia desde su lugar, con sus creencias y su conocimiento”. El gran capital de estos personajes, agrega, está en la potencial capacidad de llegar a quienes están en otra vereda ideológica.
Influencers militantes
“El Cadete” o Tomás Quintín Palma no esconden su militancia en el oficialismo. De hecho, en la entrevista en Olivos, Rosemblat inició su transmisión con la propuesta de recrear una suerte de “unidad básica virtual”. Sin embargo, que vengan haciendo humor y entretenimiento desde hace mucho tiempo hace que también sean seguidos por personas que no se identifican con el oficialismo pero que se divierten con su contenido.
La cuenta de “El Cadete” es hoy de las más interesantes para el espectro político: en Instagram tiene más de 360 mil seguidores y en YouTube 100 mil seguidores. Quintín Palma, en Instagram, está cerca de los 40 mil seguidores. El encuentro de Rosemblat con Alberto Fernández tiene (al día de hoy) 270 mil visualizaciones. Si se lo pensara en términos de rating, no parece un número tan fuerte. Sin embargo, en la comunicación digital se observa otra cosa: “Pedro, durante la entrevista, estrenó un canal de Twitch y además transmitió por Facebook. Entre esas dos plataformas, sumó casi las mismas visualizaciones. Pero lo novedoso está en Twitch porque llevó la política y el peronismo a un espacio en donde no estaba, fue a un público nuevo y ‘stremeó’ para 1800 personas, un número alto para esa red”, cuenta una de las personas que trabaja en las estrategias de comunicación digital del kirchnerismo.
La mayoría de los influencers K que se vienen destacando son fuertes, sobre todo, en Instagram. Tomás Rebord (24 mil seguidores en esa red) y Luana Pascual (35 mil seguidores) son dos de los que, a través del humor, se meten en la agenda y, muchas veces, logran saltar la grieta. “Mi idea es siempre poder cruzar el cerco porque si no siempre terminamos hablando entre nosotros. La gracia de todo esto es llevar un poco de información a otros sectores. Así me cueste puteadas, mi intención es hablarles a otros y ya con que llegue mi mensaje es un montón”, cuenta Pascual.
Entrategia digital oficialista y opositora
A la hora de diferenciarse de las estrategias digitales de la oposición, los comunicadores del oficialismo insisten en que ellos no tienen “call center” o maquinarias capaces de instalar hashtags e insisten en que se trata de un trabajo más artesanal entre personajes que comparten convicciones. “No hay una única forma de que surja un personaje de estos. Hay personas a las que la gente sigue de forma espontánea y otras veces viene alguien y nos dice ‘tengo ganas de hacer este podcast’, por ejemplo, y ahí nosotros los ponemos en contacto con otros”, cuenta el comunicador de la estrategia K. La mayoría de los que tienen un rebote importante, como los mencionados, terminaron teniendo sus propios programas en radios oficialistas como “El Destape”.
En el universo de la oposición, las cuentas que hacen humor o entretenimiento no parecen ser las más atractivas para los dirigentes que se quieren acercar a influencers. Mauricio Macri o Patricia Bullrich prefieren mostrarse cerca de figuras con tonos más combativos y que, por eso, suelen ser más fuertes en Twitter que en Instagram o YouTube. “El Dipy” se convirtió, sin dudas, en el gran influencer macrista y así lo reconocen tanto propios como ajenos. “Es un fenómeno extraordinario, un gran acierto comunicacional de la oposición. Va sobre un público al que a ellos les cuesta mucho llegar y él llega directamente”, cuentan desde el kirchnerismo.
Iñaki Gutiérrez, un joven tuitero con quien se suelen fotografiar Macri, Bullrich o Miguel Ángel Pichetto, afirma que las diferencias entre las plataformas y la posición ideológica tienen que ver con diferencias etarias: “La franja de 25 a 34, los millennials, son los que mejor mirada del Gobierno tienen y donde Fernández tiene la desaprobación más baja. Y ellos están en Instagram. En Twitter hay personas de menos de 25 o muchísimo mayor de 40, que es donde más rechazo tiene”, cuenta.
Riera insiste en la necesidad de analizar hasta dónde estas alianzas generan un rédito real en el político de turno. “Cuando explotaron los tuiteros famosos que armaban marchas, los pibes en dos minutos creyeron que eran geniales y movilizaban gente, pero después se dieron cuenta de que es una influencia momentánea y relativa. De hecho, instalar un hashtag no sirve absolutamente para nada aunque muchos se desvivan por conseguirlo”, dice. Por eso insiste en que la nueva tendencia de trabajar con mensajes a través de personas que no necesariamente hablan todo el tiempo de política es el gran acierto comunicacional de estos tiempos. De ser así, cada vez veremos más candidatos pululando en los videos cómicos que se comparten por WhatsApp.
FUENTE: https://noticias.perfil.com/noticias/informacion-general/los-influencers-de-la-politica.phtml
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